Los campeones aprenden lento
y a las trompadas; saben esperar;
cuándo patear el tablero, cuándo
escupir en el rostro al adversario.
Y yo vivo de carroña, no pienso,
no sabría llegar al alba en lucidez,
no sé perder, no sé ganar, no sé
cuándo somos bestias perdidas
por noches separadas.
El momento de la confrontación
me desarma la jeta y lo agradezco
estuve a oscuras, en espacios vacíos,
una plegaria descreída y embustera
que me rompa la cara, así en el dolor
pueda descansar, quizá contemplar
un instante de lucidez…
jueves, 14 de febrero de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario